sábado, 19 de febrero de 2011

las apariencias engañan.

Nada es lo que parece. Intentas mostrar a los demás con esa sonrisa tan esplendida en tu bonita cara que todo va bien, pero solo tú sabes que nada es como parece. Por dentro te sientes mal, insatisfecha, decepcionada, respecto a ti y respecto a los demás. No sabes como arreglarlo, pero sigues adelante, pones parches a tus heridas y tratas de evitar que te vuelvan a hacer daño. Nos sentimos identificados con las rosas, tan bonitas ellas, pero la primera vez que uno las toca se da cuenta de que se protegen con sus espinas, que en realidad no quieren hacer daño, tan solo impresionar, tratan de evitar tener miedo de las demás cosas, tratan de evitar que cualquiera que las toque, las rompa. Nosotros hacemos lo mismo, nos creamos nuestras propias espinas para que quien trate de herirnos se acabe haciendo daño el a si mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario